El Año Nuevo entre los Moso

por María Elvira Ríos Peñafiel

20050712

Ya se acercaba el año nuevo chino. La universidad se iba vaciando de estudiantes. Sólo quedábamos algunos extranjeros que aún no habíamos conseguido preparar un buen plan para pasar esa noche. Sentía una cierta ilusión por hacer algo especial, de conseguir sentir nuevas emociones antes de la monotonía del siguiente semestre. Recordé algunas de las lecturas de las semanas precedentes y nos pusimos en marcha.

Desde Kunming tomamos un autobús que nos llevó a la ciudad de Ninglang. En las calles los peatones iban y venían hacia el mercado, en busca de lo mejor para las próximas noches de fiesta. En este lugar es donde se encuentra la minoría Yi, cuyas mujeres destacan entre la multitud por sus particulares y grandes tocas cuadradas.

Tras pasar una noche allí partimos camino al Lago Lugu, famoso por su belleza y por ser el hogar de la minoría Moso, quienes a su vez son famosos por vivir alrededor del lago y por ser considerados como una sociedad matriarcal. En el vehículo coincidimos con tres jóvenes chinos del norte, que viajaban al Lago Lugo invitados por su amiga Zhima, moso originaria de esas tierras que viajaba a su lado. Tras charlar durante un rato, al conocer nuestro interés por conocer la cultura de su pueblo, nos invita también a pasar el Año Nuevo con su familia. La invitación nos dejó alegres y confundidos, pues acabábamos de conocernos. Aceptamos agradecidos.

Después de tres horas de saltos y curvas por las carreteras secundarias que llevan al lago, tras superar un puerto, comenzamos a ver a lo lejos el lago; cielo y agua de azul intenso, rodeados de colinas bien forestadas. Pasamos por varias aldeas hasta que llegamos a la de nuestra amiga. Alrededor 15 o 20 casas a orillas del lago Lugu.

Respiro. Aire limpio y gente alegre por el regreso de su hija, quien trabaja en Beijing y solo en esta fecha puede venir a visitar a su familia. Entre ellos se abrazan y saludan en su propio idioma, que según dicen está relacionado con el de los Naxi. Cuando entramos en la casa, toda de madera con ventanas de colores, ahí estaban ellas, las mujeres; sentadas en la sala principal de la casa, alrededor de un fuego, el cual iluminaba la imagen de un Lama o de Buda (la mayoría de los mosos son budistas tibetanos o de su propia religión Daba). Llevan un turbante oscuro en sus cabezas y sobretodo, imponen presencia, dominio en el gesto, manos fuertes, y belleza en sus rostros morenos del sol.

Nos sentamos junto a ellas, y agradecidos comimos y bebimos.

La noche fue baile de estrellas, estrellas en el cielo y en la tierra, jóvenes con trajes de fiesta que danzaban alrededor de una gran fogata, despidiendo el año viejo y a la vez, agradeciendo al Lama que los había visitado en estos días y que les daría la bendición para el nuevo año.

Por la mañana nos levantamos temprano, con sus sonrisas y encantadora presencia nos esperaban junto con un te muy parecido al tibetano (leche, sal, mantequilla y te) y tortillas al calor del fuego.

Por la mañana el Lama dio la bendición a toda la gente del pueblo para luego partir en su barca rumbo a su nuevo destino.

Esa noche era víspera de año nuevo, pero lo importante no era la noche, sino la madrugada, cuando empieza a salir el sol. Para esta familia no solo se celebraría el nuevo año, sino también la ceremonia de mayoría de edad de la hija, quien ya había cumplido los 13 años. Lo que significaba que ya no era una niña y debía ponerse el vestido tradicional de las moso.

A las cuatro de la mañana se sienten los primeros fuegos artificiales, la gente se levanta para sacar del lago las primeras aguas del año. Luego a las siete comenzamos a presenciar la ceremonia de poner el tradicional vestido moso a la hermana de nuestra amiga Zhima.

Mientras Zhima, junto con sus tías le ayudaban a vestir el nuevo traje, un hombre de edad, iba recitando frases y luego dejaba colgar en los hombros de la niña una bufanda blanca tibetana. El traje consistía en una larga falda blanca, con una camisa dorada y un cinto de muchos colores alrededor de la cintura. En la cabeza llevan una especie de corona hecha con pelo artificial (imitando los pelos largos que llevaban antes), con flores y perlas que lo decoran.

Cuando la niña ha sido vestida por completo, se inclina tres veces, primero hacia sus dioses, después hacia las personas de mayor importancia de la familia, es decir, las mujeres mayores y al final hacia los invitados, quienes, junto con su familiares, le dan un presente (generalmente es dinero).

Así como las niñas, los niños también reciben a la misma edad sus trajes de moso. Ellos visten trajes de hombres, con sombreros muy parecidos a los tibetanos, de piel de animal y trajes de plumas. Ese día fue aún mas especial, ya que en la villa eran en total cinco niños los que vistieron sus trajes, e iban pasando de casa en casa donde cada uno les iba dando un poco de dinero.

Luego acompañamos a Zhima junto con su hermana al monte, donde se encontraban sus antepasados y a quienes es costumbre en estas fechas llevarles ofrendas, comida, bebidas, etc y prender fuego e inciensos. Los muertos son incinerados y luego la mayoría enterrados en los montes mirando hacia el lago.

Ese día abrieron el cerdo que habían preparado según sus propiastradiciones. Este consiste en rellenar el cerdo con la carne y otros ingredientes, luego cosen el cuero y lo cierran y queda guardado por un tiempo hasta que lo abren para el Año Nuevo.

El día que ya partíamos hacia el norte, hicieron una gran comida, donde toda la gente de la villa iba a comer y disfrutar de los platos más ricos preparados especialmente para la fiesta.

Nosotros con poco tiempo, ya que solo teníamos un vehículo con el que nos podíamos ir, comimos y, después de emocionadas despedidas y únicos recuerdos, seguimos nuestro camino.

A los lejos se veía el lago, ya escondido entre los cerros, pero nos llevamos parte de esta tierra, a través de tan esencial huella que creía que ya no existía. En ella vive la belleza materna entre aguas de un lago de altura, despierta entre sus bosques y naturaleza serena, estrellas dueñas de la noche, mujeres y medio en equilibrio.


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