El tigre y el bambú dorado

20150209

Desde hace mucho tiempo el tigre vive sobre la montaña, y el bambú dorado crece bajo la montaña. Hubo un día en que el tigre escuchó un sonido muy raro, un sonido para él desconocido, como si el cielo se hubiera abierto de repente. Como era el rey de los animales, y además, quería ser el amo de todas las cosas, y que sobre el mundo todos le sirvieran conforme a sus disposiciones, obedeciendo sus deseos, bajó de la montaña a investigar a qué se debía ese ruido.

En cuanto se puso en marcha, los pequeños animales de la montaña, temerosos de encontrarse ante él, huyeron de forma atropellada; al llegar al pie de la montaña, los animales que vivían allí también huyeron, escondiéndose cada uno donde pudo. Solamente el rígido bambú dorado miraba al tigre llegar, sin preocuparse de esconderse ni bajar la cabeza, sino que al contrario, incluso se puso a cantar con entera libertad.

El tigre se enfadó mucho, poniendo un rostro feroz rugió: “Pequeño bambú dorado, que gran coraje tienes. Yo, el gran rey tigre hoy he bajado al pie de la montaña y tú te atreves a cantar en mi presencia.”

El bambú dorado, con gran tranquilidad respondió: “Gran rey tigre. Yo desde que nací he vivido aquí. Gracias a mi propio trabajo laborioso extraigo del interior de la tierra mi alimento, y recibo de los rayos del sol mis nutrientes. Nadie me molesta, ni yo molesto a nadie, por mi propio gusto estoy aquí. Esta vida tan bella y feliz, como no me va a dar la alegría de cantar.” Y en cuanto acabó de hablar volvió lentamente a retomar su canción, como si a su lado no hubiera nadie.  

Esa muestra de indiferencia enfureció aún más al tigre, que echaba chispas por los ojos. De repente se escuchó un sonido “Hau” y el tigre dio un salto de tres metros lanzándose a romper el bambú dorado. Pero para su sorpresa, aún no había empezado a utilizar su fuerza, no había siquiera arañado al bambú dorado, cuando en su propia cadera sintió que se había quedado clavado entre dos horquillas del bambú, realmente parecía en un trapo viejo. Las patas delanteras del tigre no tocaban el suelo, y las posteriores tampoco llegaban a la tierra, sin apoyo se veía incapacitado de  subir, ni de bajar, sólo podía lamentarse tristemente, de tal forma que no le quedó más remedió que implorar: “Hermano bambú dorado. Perdóname esta vez. En el futuro no volveré a despreciarte.”

El bambú dorado dijo: “Cada día vas por el camino erróneo, abusando de los débiles, pruebas la carne y sangre de todos. Hoy ¿quien va a perdonarte? Pregunta a los otros animales qué sienten por ti.”

El tigre, llorando a moco tendido pidió ayuda a todos los animales, pero no hubo ninguno que mostrara simpatía por él. Todos al unísono dijeron: “No hay perdón, no hay perdón. Dejadle, que él mismo ha buscado su muerte.”

Nadie vino a ayudar al tigre, y sólo pudo consigo mismo y hacer todos los esfuerzos por librarse. Pero cuanto más se esforzaba, las dos ramas del bambú dorado le apretaban con más fuerza. Así estuvo medio día intentando librarse, al final murió enganchado en las ramas del bambú dorado.

Desde entonces, los descendientes del tigre aún odian al bambú dorado. Pero ya no recuerdan el comportamiento tan arrogante de su antepasado, aún así, no se atreven a tropezarse con un bambú dorado, la razón es la que se ha mostrado en este cuento.


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