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Si
te gusta viajar, te gustará Shangrilá.
Un libro de
viajes diferente, en el que el protagonista, el autor que os ofrece
esta información sobre Beijing, se interna en algunas de
las regiones más remotas de China. En esa sucesión
de montañas que se extienden al sur
de Sichuan y el noroeste de Yunnan, habitadas por pueblos
relacionados de alguna forma con la cultura tibetana, como los Yi,
los Moso, los Naxi o los Bai. Siguiendo el rastro que le marcan
los siempre malditos Yi, acabará enfrascado en la búsqueda
de Shangrilá.
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Huangshan es un gran
macizo montañoso situado en la provincia de Anhui. Su nombre significa
en chino "montaña amarilla", esto es debido a que, según
la tradición, el Emperador Amarillo, padre mítico del pueblo
chino, acostumbraba retirarse a esta montaña a practicar sus ejercicios
de meditación, llegando a convertirse en un inmortal. Fue en honor
de él que el emperador Xuanzong, de la dinastía Tang, le
dio este nombre. Desde entonces ha atraído a multitud de eremitas,
viajeros, pintores y poetas.
Aunque la elevación
máxima de Huangshan apenas sobrepasa los 1800 metros, se puede
afirmar que es una de las montañas más bellas de China.
Sus picos, cortados de forma caprichosa hasta profundos desfiladeros,
suelen estar rodeados de nubes caprichosas que le dan un aura mágica
y misteriosa. En las pequeñas rendijas donde se ha podido acumular
un poco de tierra y nutrientes, han ido creciendo algunos pinos, semejan
delicados bonsais trasplantados en la pétrea montaña, su
supervivencia es tan especial que son considerados por los botánicos
como una especie diferenciada, el pino de Huangshan. Aquí y allá
corre el agua, algunas veces brotando de manantiales termales, saltando
entre las caprichosas formas de Huangshan.
Huangshan es una montaña
viva. Su paisaje es siempre variable, las nubes parecen juguetear como
en un espectáculo de sombras. Lo que se ve ahora, desaparece minutos
después, con cada paso aparece un nuevo paisaje, como en esos cuidados
jardines de las ciudades cercanas. En la montaña hay todavía
algunos templos, ni le suman ni le restan esplendor, son sólo una
muestra de la admiración que Huangshan ha despertado entre los
chinos a lo largo de generaciones.
Su extensión
es enorme, pues cubre en total 1200 km2, lo que deja abiertas todas las
posibilidades. Numeroso caminos estrechos, a veces con escalones, atraviesan
los picos de Huangshan permitiendo la visita. En la cima hay algunos hoteles,
un poco caros, lo que se entiende al ver cómo todos sus suministros
son subidos a hombros por los porteadores.
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