El culto a la puerta entre los Miao Floridos

20060722

Antes de que la llegada de los misioneros transformara para siempre la vida y cultura de los Miao Floridos, algunos registraron para la posteridad algunas de las características más peculiares de su cultura. Entre ellas destaca el culto a la puerta, de la que da noticia W. H. Hudspeth.

Según este autor para los Miao Floridos no hay una ceremonia religiosa más importante que el culto a la puerta. Tan importante es para ellos esta ceremonia que no se permite a ningún niño tocar la puerta a la que se ha ofrecido un sacrificio.

"Esta ceremonia guarda ciertas semejanzas con los Ritos de Paso. Un adivino debe determinar un día propicio para el sacrificio, pero a él no se le permitirá asistir."

La ceremonia es, de hecho, una ceremonia familiar dirigida por el cabeza de familia, de la que no se informa a los vecinos, que por supuesto no están autorizados a asistir.

El desarrollo de la misma cuenta Hudspeth:

"Hacia el final del día, la casa habitualmente muy sucia, es barrida y limpiada. Al anochecer se cierra la puerta, tras lo cual, hasta el amanecer del día siguiente, nadie está autorizado para entrar o salir de casa. Una cerda de corta edad se coloca cerca de la puerta, se le corta el cuello, y se conduce su sangre a un agujero bajo el quicio del que cuelga la puerta. Los pelos y la sangre, y el agua con que se lava la cerda, se entierran en ese agujero. También se entierra allí cualquier otra suciedad, sin tirar nada fuera. Se corta entonces la cerda colocándose su corazón, hígado y estómago en una gran cazuela de hierro donde se hierven. Se cuece al mismo tiempo mijo o alforfón, que se comerá con la cerda, todo en un absoluto silencio. Cuando la carne y el mijo están listos la familia se sienta en el suelo y comparte la comida ceremonial…"

"Al final de la comida cada participante se pone de pie junto al fuego donde se limpia la boca con dos manos, como si echara su aliento sobre el fuego. Luego se frotan las manos sobre el fuego. De esa manera se purifican manos, boca y aliento. Entonces todos se van a dormir excepto el padre y el hijo mayor, que esperan hasta una hora o dos antes del alba, cuando se colocan ante la puerta, el padre toma un trozo de carne y repite: "Te adoramos, oh puerta. Mantén alejada la enfermedad, mantén alejadas las calumnias y todo lo que es dañino."

"Con el alba del nuevo día la ceremonia se da por terminada, la gente de la familia experimenta una importante sensación de seguridad."

Una ceremonia como esta, extraña como pueda parecer a primera vista, en realidad es bastante común entre los pueblos de China. Los propios chinos colocan cada año figuras de los dioses de la puerta a la entrada de sus casas, así como caligrafías auspiciosas. También se puede relacionar con ceremonias semejantes realizadas entre culturas vecinas, en honor del dios o diosa de la puerta de la aldea.

La existencia de deidades que protegen diferentes lugares es común a todas las culturas de China, incluida la cultura tradicional de la mayoría Han. Por todas partes encontramos deidades de un monte, un bosque, un río o cualquier otro accidente geográfico. Asimismo son comunes las deidades que protegen una aldea, una ciudad, o incluso una región.

El dios del fogón, que en este rito cumple un papel purificador, es, entre los chinos, una de las deidades más importantes. Una de sus misiones, es precisamente proteger la familia. Entre los pueblos cuyos lenguajes pertenecen a la familia tibeto birmana el culto al fogón está muy desarrollado, y una serie de tabúes garantizan que se le rinde el debido respeto. También es importante el culto al fuego entre los pueblos nómadas del norte de China, como los Ewenki, Hezhe y Elunchun. El dominio del fuego es, al fin y al cabo, uno de los momentos cruciales en la historia de la humanidad. Todos ellos, como el dios de la puerta, simbolizan la seguridad de la familia.

El que el dios de la puerta haya alcanzado tal preeminencia entre los Miao Floridos puede haberse debido a muchas razones, mas no debemos olvidar que en las primeras décadas del siglo XX sus aldeas sufrieron un número importante de epidemias de fiebres tifoideas, que diezmaron a la población. Lo que ha podido generar el sentimiento de necesitar una mayor protección de la unidad familiar.

W. H. Hudspedth.- Stone gateway and the Flowery Miao. Londres. 1937


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