El culto al dios de la aldea entre los Baiyi

20040712

Los Baiyi creen en numerosos dioses: dioses de las piedras, de los árboles, del dragón, del agua. Veneran también, como muchos otros pueblos de la zona, a sus antepasados. Pero el culto más importante para ellos, es sin lugar a duda, el culto al dios protector de la aldea.

Ese culto es el más importante, el más antiguo y el más sagrado para ellos. Un culto que les relaciona no con los Yi ni los Dai, sino con los pueblos Hani, entre los que el dios de la aldea también tiene gran importancia.

Ese culto se divide en tres facetas: rezar al dios de la aldea, pequeño sacrificio al dios de la aldea y gran sacrificio al dios de la aldea.

Adorar o rezar al dios de la aldea.

Hasta 1949, apenas llegaba el año nuevo, la gente ese mismo día enseguida empezaba con sus ceremonias al dios de la aldea. En general, el día 30 del último mes lunar, tras venerar al cielo, a la tierra y a los antepasados, antes de la llegada del alba, iniciaban sus rezos al dios de la aldea.

A partir de ese momento la aldea quedará cerrada, y nadie podía ni salir ni entrar en ella. Los hombres de cada familia, antes del desayuno, se dirigen al templo del dios de la aldea llevando cada uno seis cuencos de verdura y arroz. Allí realizan una ceremonia en honor al dios de la aldea y vuelcan el arroz y las verduras en unos grandes cuentos preparados anteriormente a su lado. Al día siguiente los hombres van de nuevo al templo. Se reparten la comida del día anterior, y entonces se abre la aldea y la gente pasa el resto del tiempo en ambiente festivo.

Pequeña ofrenda al dios de la aldea.

Poco después de la ceremonia de rezar al dios de la aldea, se elige un día cabra, dragón o mono. Con ambiente festivo y música de tambores y címbalos, se cierra la aldea de nuevo. Los hombres se dirigen al altar del dios de la aldea, donde se sacrifica un pollo y arroz. Luego cantan y bailan y vuelven a abrir la aldea.

Gran ofrenda al dios de la aldea.

Es sin lugar a dudas la más importante de las ceremonias religiosas de este pueblo. Tiene lugar una vez cada dos años. Se celebra siempre antes del día décimo del tercer mes lunar, muchas veces se invita a un chamán de los vecinos Yi, para que dirija la ceremonia. A la una o las dos de la madrugada, los jóvenes dirigidos por el jefe, llevando incienso, arroz, instrumentos musicales y cuatro parejas de pollos y se dirigen al pico más alto de las cercanías a realizar la ceremonia de llamar al dios de la aldea. Caminan en silencio, sin música, y al llegar a su objetivo preparar las ofrendas en el suelo, entonces el jefe de la aldea empieza a llamar al dios de la aldea en todas las direcciones, pidiéndole que vuelva a cuidar a sus hijos. Se llama en todas las direcciones en las que haya eco. Si tras la llamada, cuando todo mundo permanece en el silencio expectante, se escucha cualquier ruido de un animal o de cualquier otra cosa, se considera que es el dios de la aldea el que responde.

Entonces ya no hace falta volver a llamar. Al escuchar la respuesta empieza una algarabía con címbalos, tambores y petardos. Los jóvenes dan saltos de alegría, comen y beben, ofreciendo también su parte al dios de la aldea. Tras agradecer al cielo y a la tierra por su ayuda, vuelven al templo del dios de la aldea. Allí realizan una ceremonia de adivinanza sobre un pollo, y llevan un gran cerdo a la puerta del templo, que es sacrificado en cuanto todo mundo está en su interior. Colocan después el cadáver del cerdo sobre una mesa frente al templo, las patas de la mesa están envueltas con hojas rojas, colocando sobre la espalda del cerdo un cuchillo, un pañuelo sobre su cabeza, y unos pendientes de plata en sus orejas.

Al acabar la ceremonia se reparten la carne de cerdo entre todas las familias, que la ofrecen a los antepasados antes de comerla. Los jóvenes cantan y bailan hasta caer la noche.

A la mañana siguiente cada ama de casa de esa aldea debe llevar un cuenco de arroz con un hueco en su interior y dos varillas de incienso, y dirigirse al templo, donde el chamán está investigando las familias. Es una ceremonia en la que tiene que nombrar a cada una de las familias de su aldea, y a cada una de las personas que componen esa familia, y recordar lo que ha pasado el año anterior, e investigar su suerte futura. Al acabar de examinar las familias se reanudan las ceremonias en honor del dios. Entonces la gente se reúne y elige un nuevo jefe para los dos próximos años. Tras la elección se llevan en unas pértigas los objetos rituales a su casa. Entonces las mujeres vuelven con el arroz a las suyas.

El jefe de la aldea tiene funciones principalmente rituales. Una de ellas es dirigir los ritos en honor del dios de la aldea. Otra de las más importantes es presidir la ceremonia de abrir la siembra, que se realiza cada año en el cuarto o quinto mes lunar sacrificando un pollo.


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