Adiós Tíbet, adiós |
Tradicionalmente se considera que el Tibet está dividido en varias regiones, básicamente la región occidental o Ngari, la región central o Tsang y en la parte oriental las regiones de Kham y Amdo. A pesar de que entre estas regiones hay importantes diferencias geográficas, humanas y culturales, la mayoría de los estudios sobre la cultura tibetana se han centrado en la de las poblaciones centrales, de Lhasa y sus alrededores. Este no, el último libro de Iñaki Preciado “Adiós Tíbet, Adiós” se centra en la vida de las regiones orientales de Kham y Amdo, en esas tierras que, lindando con las regiones de cultura china, sufren en primera línea la embestida de las poblaciones fronterizas chinas. Desde los ya clásicos estudios sobre la frontera en los Estados Unidos de América del siglo XIX, numerosas investigaciones han llamado la atención del lector sobre la importancia de diferenciar las poblaciones fronterizas de la cultura mayoritaria de un país, en este caso China. Nuestros propios viajes por tierras de minorías nos han mostrado en numerosas ocasiones la compleja interacción que se produce en esas tierras fronterizas. Como en muchas otras ocasiones, misioneros (en este caso de la religión comunista laica), comerciantes y militares actúan en variadas situaciones sobre poblaciones que hasta hace poco se mantenían, en cierto modo, al margen del estado. |
Peregrinos realizan postracciones rituales a la entrada del Templo Jokhang |
Este libro es un relato vívido de la frontera. De esa frontera misteriosa y desconocida constituida por las regiones sino-tibetanas, poblaciones herederas de reinos, cuya noticia apenas ha llegado a Occidente, de muy diversa raigambre y tradiciones. En ella se desenvuelven con una sorprendente lucidez los dos protagonistas, en algunas ocasiones como un nuevo Don Quijote y un Sancho, que merced a su larga vivencia entre las poblaciones de religión tibetana en la zona, se convierten en observadores privilegiados de esa frontera y las contradicciones en las que se convulsiona preparándose para un futuro incierto para todos. En ella aparecen los lamas, y no sólo los lamas del budismo tibetano (escuela gelupta) bien conocidos en Occidente, sino que ese complejo mundo espiritual definido entre esta y otras escuelas del budismo y la antigua religión Bon de los tibetanos, es el protagonista de un escenario en el que la magia, el misticismo, la santidad y la elevación espiritual comparten sitio con la evidente degradación de los ideales religiosos, la codicia, la lujuria y las ansias de poder. En el relato de Preciado todos estos aspectos de una realidad que muy a su pesar no es tan monolítica como su idealismo le haría desear, son descritos de forma desenfadada, según el autor, y su escudero, que a veces uno sospecha es un mera encarnación el viajero solitario, van atravesando las pruebas que surgen en su titubeante búsqueda de la perfección espiritual. El libro es un gran fresco, en el que los continuos saltos en el espacio y el tiempo van lentamente conformando un cuadro complejo, diverso y multifacético, unas veces fascinante por la inocencia y pureza de los sentimientos de los actores, pero las más deprimente por las pinceladas que señalan la destrucción de la sociedad tradicional tibetana, y su transformación en otra que, privada de la elevación espiritual tibetana, se parece cada vez más a la china. Una destrucción que el autor achaca más que a la represión política por parte del estado chino, a la maléfica influencia de la codicia y el amor al dinero llevada por los inmigrantes chinos. El libro es a la vez, como toda la obra de Preciado, parte de un proyecto personal de introducción de la cultura tibetana al lector hispano, y a través de esas páginas, unas veces alegres y otras tristes, un número importante de tradiciones, creencias, costumbres y rituales, se nos van desvelando. A través de las conversaciones con los cientos de personas que participan en el fresco, una aproximación al conocimiento de la mentalidad de los tibetanos de Kham, se va perfilando, que, a pesar de los peligros que entrañan las generalizaciones, proporciona al lector una aproximación al alma de este pueblo desconocido. En definitiva, una obra de obligada lectura para los amantes de la cultura tibetana, para los interesados por la situación política de China y para los amantes de la literatura de viajes, pues no olvidemos que, si bien Preciado no presume de ello a lo largo de su obra, visita lugares nunca antes visitados por los occidentales, participa en rituales raramente mostrados a los forasteros y vive él mismo experiencias que muy pocas personas no tibetanas han sido capaces de soportar. Su dominio de la lengua china y la tibetana, y sus conocimientos de los dialectos locales, convierten a Preciado en un informador de gran valor sobre la cultura e historia contemporánea de las tierras que visita.
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