Amor bajo el espino blanco


A veces pienso que si no hubiera existido la Revolución Cultural no existiría narrativa china moderna. Y tal vez incluso se podría ampliar y decir que si no hubiera habido invasión japonesa toda la construcción cultural de la China contemporánea se sustentaría sobre un vacio.

Ciertamente la Revolución Cultural supuso una transformación tan radical en la vida de millones de personas, que como esa creación del mundo en las mitologías originales que narran la formación del mundo a partir de un caos en continuo movimiento, parece convertirse en el momento de la creación, pero de la creación individual de cada escritor, en un illo tempore del que la memoria sigue sacando experiencias cada vez más lejanas, cada vez más cercanas a la fantasía del mito y la leyenda. La travesía de la Revolución Cultural es como la travesía del héroe en las mitologías, un camino plagado de peligros y dificultades al que no todos consiguen sobrevivir. De tal forma que la manera en que cada uno sobrevive se convierte en la característica distintiva de su vida adulta o de su vida literaria.

Amor bajo el Espino blanco es una novela romántica, pues es desde el principio hasta el final de la obra una historia de amor.  Una historia de amor que parece extraída del tiempo y el espacio, en el que los protagonistas no se dejan contagiar por el ambiente que les rodea y concentran su existencia en el cuidado de ese su sentimiento. Pero a la vez Amor bajo el espino blanco es una novela realista, pues los personajes están integrados en una ruda realidad continuamente presente a lo largo de la novela. No es que la autora se complazca en denunciar y criticar los desmanes de la Revolución Cultural, eso ya es historia y de criticarla se han encargado otros, sino que en la inevitable descripción de la sociedad en la que se integran los protagonistas de esa historia de amor, la vida cotidiana en la China de ese tiempo se presenta con toda su crudeza.

Una sociedad china que parece alcanzar sus mayores cotas de degradación, en las que los defectos de sus sociedad tradicional se ven potenciados por la locura de un sistema que, con el pretexto de poner patas arriba al país, convierte a cada ciudadano en un miserable ser humano pendiente de aprovechar las mínimas oportunidades de supervivencia para él y los suyos que el sistema pone a su disposición.  De esta forma, aún sin proponerse una crítica formal de los hechos, nos muestra en la descripción de la vida cotidiana de los protagonistas, que la marcha al campo de los jóvenes lejos de ser la experiencia catártica que les convertiría en revolucionarios, se convertía en el sometimiento a las voluntades de unos jerarcas que no se dejaban engañar por la naturaleza de los mismos. Como se repite varias veces en las conversaciones relativas al hermano de la protagonista, los enfrentamientos entre los equipos de estudiantes y los campesinos eran constantes, y a veces tremendamente violentos, y no por motivos políticos, sino por la mera lucha por la supervivencia en el hostil ambiente en el que éstos eran destinados. Ni siquiera esos jóvenes que salían al campo conseguían ser autosuficientes en las regiones menos productivas, y su supervivencia dependía en cierta forma del arroz que su familia consiguiera hacerle llegar.

Pero las penalidades de unos miles o millones de jóvenes se podrían dar por bien empleadas si se hubieran sacrificado en la creación de una sociedad justa y ejemplar. Por el otro lado descubrimos que nada de eso es así, y que los peligros que acechan la supervivencia de cada persona, convierten a cada uno en un ser egoísta dispuesto a aprovechar las menores oportunidades para sacar su beneficio.

La historia de Amor bajo el espino blanco es una historia romántica. La crítica social y política no se muestra en una obra en la que la protagonista lucha continuamente entre sus sentimientos y la posibilidad de que los mismos no se ajusten a los ideales revolucionarios. Ella adora a Mao y en ningún momento se plantea que sus palabras no contengan toda la verdad aplicable a cada una de las situaciones de la vida,  su ciego amor por Mao le permite aceptar como un hecho normal que su padre, sólo presente en la obra en un par de comentarios, esté prisionero en un remoto campo de trabajo debido a su pasado como terrateniente. Ella es tan ignorante, tan joven, tan sencilla y trabajadora, que se convierte en el objeto de la pasión del joven Sun, hijo de un importante mando militar, y que desde la distancia con la que contempla la locura de los tiempos (y la seguridad que siente al pertenecer a una de las clases privilegiadas de los tiempos) se permite algunos comentarios que  habrían resultado heréticos en boca de otros personajes.

En medio de la gran locura, de esa locura primordial, decenas de personajes desfilan por la obra, cada uno con su carga ambigua de humanidad. A lo largo de las páginas de la obra, la historia de amor, que parece desarrollarse fundamentalmente en el corazón de la protagonista, va tomando forma, como esa individualización heroica que sucede en el magma mítico de los tiempos remotos, y a través de ella su determinación como mujer, y persona le proporciona por primera vez la voluntad y la capacidad de enfrentarse a todas las opresiones: la opresión familiar y social, ya seculares, y la presión ideológica y política que parece reforzarles, para dar sentido a ese amor que se convierte en el único sentido de su vida.

Ai Mi. Amor bajo el espino blanco. Suma. 2012.

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