Héroe, de Zhang Yimou


Es complejo enmarcar la película Héroe en la filmografía de Zhang Yimou. Parece marcar el inicio de una etapa caracterizada por los grandes movimientos de personajes, la adaptación de temas históricos, y una meticulosa calidad de los efectos visuales, que en cierta forma, contrastan con un empobrecimiento de la narrativa como tal.

En "Héroe" vemos una reflexión sobre la figura del Primer Emperador, así como esa especie de pequeña clase social conocida como "los asesinos", un escaso número de personas que deben su valor grupal a la consideración como tal en los Registros Históricos de Sima Qian.

La acción se despliega a lo largo de tres cuentos que narran en realidad la misma historia: el proceso que ha permitido a "sin nombre" acercarse a diez pasos del emperador, y obtener, por tanto, la posibilidad de matarle. El primero, en rojo, es la mentira que Wuming cuenta al emperador, de la forma como acabó con sus tres peores enemigos, afamados maestros de la lucha.

Ahora sólo están un hombre frente a otro, el emperador es consciente que el asesino, conseguido el honor de sentarse a sólo diez pasos de distancia, es capaz de matarle en cualquier momento, pues su guardia está a más de cien. Hablando como dos amigos que se enfrentaran sólo en un juego, narra la segunda historia, en azul, la suposición que hace el emperador del complot urdido entre wuming y sus enemigos, para acabar con su vida.

En la tercera, el asesino, cambia la espada por la palabra, en realidad sólo viene a contar porque no le ha matado ya.

"Todo bajo el cielo" es la unidad. El convencimiento de que sólo la unidad pondrá fin al continuo derramamiento de sangre que provocan las guerras continuas del periodo justamente llamado "Reinos Combatientes" impulsa al asesino a abandonar su proyecto.

Hasta hace pocas décadas se consideraba que toda obra que tratara del primer emperador, era una paradoja sobre el Presidente Mao. Y de hecho, la película, una vez que se deja a nuestros sentidos disfrutar de las coloridas puestas en escena que se suceden a lo largo de la misma, sólo trasmite al cerebro un mensaje: unidad.

Un mensaje que mejor parece encuadrar en el programa de un político que en el de un artista. ¿Acaso necesita el espectador tan tremendo despliegue de belleza para encontrar el mismo mensaje que ve a diario en boca de los políticos?



 

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