Uno de los más interesantes pensadores de la edad de oro de la filosofía china (S V a III. a.n.e) es el conocido como Yang Zhu. En un tiempo en que la mayoría de los pensadores elaboraban teorías por las que el estado sometiera con éxito a la población y se fortaleciera cada vez más, él caminó en solitario, (o al menos eso nos hace pensar una tradición que ha enaltecido a todos aquellos que vivían a la sombra del poder), y propuso que cada uno pensara en sí mismo. Esa es una de las rases más importantes que se ha conservado de su pensamiento, suficiente para ser considerado a los ojos de un Mencio, en ocasiones muy lúcido, como un animal.
De su pensamiento, como a todo buen heterodoxo que merezca ser llamado así, sólo nos han llegado algunos fragmentos, precisamente los utilizados por sus detractores para rebatirles. No obstante, contextualizándolos en la importancia que dan a unas ideas que ponen en entredicho todo el sistema de poder vigente, basta para darnos cuenta que nos encontramos ante un genio. Como el propio Mencio indica: “El principio de Yang de “cada uno para sí mismo” no admite el reinado de un soberano.” Y parece ser que este pensamiento peligroso, siempre lo ha sido a lo largo de las eras, consiguió un buen número de seguidores en los tiempos revueltos en que vivió, pues el mismo filósofo asegura: “Los intelectuales sin empleo se permiten discusiones sin freno, en las que las palabras de Yang Zhu y de Mozi, llenan todas las esferas. Todo el mundo adopta las ideas de Yang Zhu y de Mo Zi.”
Se ve que la gente también estaba en aquellos años cansada de las tiranías y de los abusos del poder. La segunda de las frases célebres de Yang Zhu es la que afirma que no daría un pelo por la salvación del mundo. Una manera radical de cortar de seco el absurdo debate de los que dicen entregar su vida al servicio del pueblo cuando en realidad sólo buscan la forma de chuparle la sangre. Claro, esa frase, extraída de todo contexto histórico, busca el desprecio a Yang Zhu como un egoísta, aunque la denuncia de Han Fei, otro de los grandes constructores de la ideología de estado china, que asegura que Yang Zhu es incapaz de hacer nada por su patria, le sitúa con más claridad en el bando de los anarquistas, un bando en el que la búsqueda individual de la propia felicidad, llevada a cabo por toda la población, reportaría un beneficio mayor para todos que las “altruistas” doctrinas de otros pensadores.
La escena que muestra su verdadera comprensión de las dificultades de un gobierno, por bueno que se proponga ser, es cando llegado ante un cruce de caminos, sin saber cual debería tomar, se puso a llorar, afirmando: “En este mismo momento, si doy el paso equivocado, me llevará a un error mil kilómetros más lejos.”
Las citas han sido tomadas de He Zhaowu y Peng Gang. A Critical History of Classical Chinese Philosophy. Beijing. 2009. |
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