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Tres cuentos chinos
Gulik, Robert Hans van
Esta novela, desafortunada traducción del original inglés The Chinese Gold Murders (Los asesinos del oro chinos) es la primera de las publicadas por el famoso sinólogo y diplomático holandés en la que el protagonista es el juez Di. Un personaje basado en su homónimo de la dinastía Tang, muchos de cuyos casos han llegado hasta nuestros días en historias populares y publicaciones oficiales chinas. En realidad es una novela de misterio en la que tres historias distintas se entrecruzan en el tiempo y en el espacio, lo que consigue no sólo animar bastante su lectura, sino proporcionar (en palabras del autor) un reflejo más fidedigno de las actividades de un magistrado en los tiempos imperiales, que con frecuencia se veía forzado a tratar de solucionar simultáneamente un buen número de casos criminales. La composición literaria de la misma permite que los tres casos acaben también relacionados mucho más de lo que el lector puede suponer en un principio hasta alcanzar su clímax en las últimas páginas de la obra.
Durante la novela, construida con todos los ingredientes necesarios en una novela de misterio se entremezclan una serie de situaciones que van desvelando ante el lector los distintos casos criminales que el juez Di debe resolver, pero simultáneamente se va desvelando un estilo de vida propio de la China de hace 1300 años. El autor maneja con auténtica maestría ambos fondos narrativos, y sin incidir demasiado en los detalles que podrían llevar la atención del lector lejos del tema principal, como detalladas descripciones de muebles, ropas o edificios, va mostrando una serie de escenas de la vida cotidiana en China en esa época, y especialmente de las actividades de los magistrados en su lugar de jurisdicción. Pero todos estos detalles, sacados con gran fidelidad del vasto conocimiento que Van Gulik poseyó de la cultura tradicional china, son presentados con tanta naturalidad que un lector que no sienta ningún interés por China los podría considerar parte de la propia historia mientras que el conocedor de las costumbres e historia de este país, los puede considerar como guiños que le hace el autor.
Así los peligros de los viajes por carretera, las formalidades de las sesiones del tribunal, las comitivas en las que se movían los magistrados de las localidades, las actividades de las casas de lujuria, albergadas una vez más en barcos, los teatrillos ambulantes, las relaciones homo-eróticas e incluso la transformación de las personas en tigres (cuya descripción por parte del protagonista alcanza a mi juicio una de las cumbres narrativas de la obra); todas estas actividades van formando parte de la obra, así como otros muchos aspectos de la vida, de una forma natural, encajando sin ningún tipo de problema en el argumento narrativo.
La calidad de la narración de Gulik invita al lector a disfrutar penetrando en este mundo curioso que coloca ante sus ojos, mientras que el deseo por saber cómo se resolverán los misterios que a lo largo de la obra se proponen, le invita a seguir leyendo hasta las últimas páginas.
Aunque estas obras, cómo todo el género policíaco y de misterio en general, han sido consideradas parte de la obra menor del autor, recibiendo escaso interés por parte de los lectores “serios”, considero que cada una de ellas se debería analizar y juzgar como tal, valorándose su calidad como obra independientemente de otras de semejante temática, siendo esta que nos ocupa especialmente interesante no sólo por sus cualidades narrativas sino por sus precisas descripciones del ambiente en una ciudad mediana china hace 1300 años.
Van Gulik, Robert. Tres Cuentos Chinos. Altaya. 2006.
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